¿Y eso… lo tenemos aquí?
Hace pocos días di por concluida de forma definitiva la entrega de una serie de documentación histórica que, más que ocupada, me tuvo literalmente enamorada en todo este tiempo. Sí: estaba en un estado lamentable de nuevo por obra y gracia del gran mal que acecha al papel de estas costas, como podéis ver en las fotografías, pero hasta eso no nos impedía, tanto a la archivera como a mí, mirar extasiadas las delicadas formas gráficas de los textos manuscritos, los sellos… Se trataba de una serie de legajos que procedían de varios libros de acuerdos comprendidos entre 1587-1602.