¿Y eso… lo tenemos aquí?

Hace pocos días di por concluida de forma definitiva la entrega de una serie de documentación histórica que, más que ocupada, me tuvo literalmente enamorada en todo este tiempo. Sí: estaba en un estado lamentable de nuevo por obra y gracia del gran mal que acecha al papel de estas costas, como podéis ver en las fotografías, pero hasta eso no nos impedía, tanto a la archivera como a mí, mirar extasiadas las delicadas formas gráficas de los textos manuscritos, los sellos… Se trataba de una serie de legajos que procedían de varios libros de acuerdos comprendidos entre 1587-1602.

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El encargo del Rey

A pesar de haber sido el estado cristiano más importante de la Hispania medieval durante varios siglos, el Reino de León es un perfecto desconocido para la mayoría de la gente. No son tantos, creo yo, los libros que prentendan divulgar la historia a personas de todas las edades, y especialmente para jóvenes a partir de doce años. Hacer algo así supone un gran acto de valentía y supongo que también tiene detrás un punto de locura, como todas las buenas ideas.

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El punto rojo

Cuando un expediente en un archivo lleva este punto en su caja, malo. Si no recuerdo mal, es el mismo que nos indica en las bibliotecas que el libro está excluido del préstamo por las razones que sean. En el caso de un archivo, indica que está fuera de consulta. También puede ser por varias razones, imagino. Pero casi seguro sea porque consultarlo supone un peligro tanto para el documento como para la propia persona que decide arriesgarse a abrir esa caja.

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Delito

Delito, según la RAE, hace referencia a un acto penado por la ley. Pero también a aquella acción reprobable que nosotros, de manera cotidiana, entendemos como: “esto es un delito”. Si los restauradores tenemos un código deontológico que debemos seguir porque de esa manera nos atenemos a las directrices básicas que hemos aprendido en nuestra profesión es fundamentalmente porque nos permiten respetar la obra por encima de todo. Pero no estamos colegiados. Y aunque tenemos varias instituciones que velan, a nivel comunitario y nacional por el derecho de nuestro patrimonio, si vemos algo inadmisible- y lo vemos más a menudo de lo que nos gustaría-, no tenemos forma de denunciarlo.

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