Restaurar vs. digitalizar… ¿Otros usos, otras costumbres?

Yo no sé si a vosotros os sucederá, pero en mi caso, después de varias horas de trabajo, en el momento justo en que me distraigo y relajo, es cuando surgen las mejores ideas. Y entre ellas, están las entradas de este blog. En un momento de  asueto y deliciosa compañía sucedió un momento disruptivo por parte de alguien que no conocía y que, simplemente, quedó ahí. Es decir: sucedió, supuso un ligero peligro para mi integridad física (difícilmente “restaurable” en este caso)… y acabó ahí. No disculpas corteses. No un reconocimiento de la acción. No un: “vaya despiste” o un mecánico “lo siento”. Nada de eso.

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Esos (casi) imperceptibles detalles…

Esos insignificantes detalles diarios… qué dificil son de apreciar a veces, pero ¿qué sería realmente nuestra vida sin ellos? Ser restaurador, y estar formado para fijarte en los detalles más pequeños de los objetos, te ayuda a ver la vida de una forma distinta, a dar importancia a realidades que muchas veces pasan desapercibidas.

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Meditatio (I)

Meditatio es el nombre que le di a mi primera encuadernación de cartera en piel. Por ser la primogénita, tendré siempre debilidad por este diseño y por lo que simboliza. Si consultamos el significado de ese término latino, “meditatio” significa no sólo lo más obvio: meditación, reflexión, consideración. Por ello, ya era un buen nombre para un diario personal en el cual pararse a pensar, a meditar en un momento del día y dejar por escrito los recuerdos y pensamientos más íntimos.

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