Una nueva aventura

Cuando de pequeños nos dicen que  vamos a vivir una “gran aventura” nos imaginamos viajes intrépidos por el mundo, sorteando adversidades y enemigos, probablemente vestidos de pirata o de aventurero al estilo Indiana Jones o de periodista a lo Rita Reporter. Pero resulta que un día descubres que las mayores aventuras, muchas veces, se viven de puertas para adentro. En nuestro interior, o a través de alguien que se ha gestado en tu interior. De repente el mundo cambia por completo, se da la vuelta y el orden de prioridades cambia radicalmente. Y esa aventura, que aparecía en tu imaginación veloz y dinámica, de repente se presenta a cámara lenta, con música suave. Tranquila y discreta en su revolución, pero devastadora. La mejor aventura que podías haber imaginado.

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Qué descansada senda…

… la del viajero. Toda rutina pesa, incluso aquella que es acogida con pasión. Quizá esa agota aún más. De repente todas las ideas se amontonan, pujando por salir primero. Si no nos cuidamos, podemos quedarnos en un punto donde no nos movamos, con ese hormigueo raro en los pies. Por eso a veces es necesario dejar esas ideas en un sitio, calzarse las sandalias y el sayo más viejo, coger la Meditatio -por supuesto- y echarse a los caminos buscando que la mirada repose en el infinito.

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¿Dónde guardas tu vida?

Las personas (las maravillosas personas) que han apostado por mi trabajo para guardar su vida lo han hacen por diversas razones. Lo sé. Muchas se declaran coleccionistas de cuadernos. Otras, apasionadas de la encuadernación, ven los libros como objeto de deseo y de arte. Algunas, quizás las más, son personas creativas que necesitan volcar sus ideas en un espacio que haya pasado previamente por un proceso creativo, que sea inmediato, y que no tengan que esperar “a que se encienda” (ese mismo espacio digital, magnífico y práctico, pero que también está, a veces, “demasiadas” horas con ellas). Las hojas del libro, su olor, su tacto, son un espacio cálido y conocido, atemporal; un punto de desconexión con su trabajo diario. Esos cuadernos están llenos de bocetos de todo tipo, de ideas sueltas, de pensamientos fugaces. Me gusta imaginármelos así, parecido al mío…

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A Sarai

Pensar en un regalo para alguien querido no es fácil. Casi siempre. Por eso cuando piensan en mí para algo así, la responsabilidad es doble: por empatía y por dedicación para cumplir con los deseos de la persona que me lo pide. Se habla, se elige, se recomienda, se aconseja, y se toma una decisión. A veces para no pensar más en ello y otras veces, porque: “sí, esa es”. Llamadlo corazonada. Suele ser la clave en las decisiones importantes.

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ObeO

Los papeles al engrudo (paste papers, papier à la colle…) como técnica decorativa en encuadernación me parecieron fascinantes cuando los conocí. Durante mis estudios sólo los abordé de una manera teórica, estudiando los estilos de la encuadernación, pero luego, a poco que se indague en los libros, aparecen unas mínimas instrucciones para elaborarlos. Por ejemplo, en el magnífico compendio de: “La encuadernación, técnica y proceso”, de Annie Persuy y Sün Evrard, o ya en monografía exclusiva, Christine Trautwein en “Le papier à la colle”. También Josep Cambras en “Encuadernación, técnicas decorativas”, lo menciona brevemente. Pero sin duda quien más ilustrativa y completamente nos ha aportado la técnica es el español Carlos Rey en su magnífica web “Aquí se encuaderna“. No sólo nos da la receta del engrudo y la mejor manera de aplicarlo, sino que nos ilustra con unos completos vídeos del proceso. Impresionante.

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“Los que aman la palabra”

Cuando Ana Paz Paredes estuvo hablando conmigo en mi pequeño taller, me preguntó: “¿Por qué Eremita?” Le contesté, señalando alrededor, que básicamente porque mi trabajo es eminentemente solitario. Especialmente si tienes tan poco espacio como tengo yo por el momento. Cuando paso por temporadas de buenos encargos en restauración, con unos plazos de entrega concretos, son muchísimas las horas encerrada con mis papeles. Puede que en verdad no sea un monje eremítico con sus códices, pero sí llevo una vida eremítica. Como muchos de mis compañeros. Me gusta pensar que en cualquier momento puedo salir de ese aislamiento voluntario y ponerme en contacto directo -o virtual- con las personas. Como el tiempo es limitado, suele ser preciso obviar las obligaciones y centrarme en aquellos a los que quiero, y que me quieren. Pero también busco el momento para agradecer a aquellas personas que dedicaron parte de su tiempo a valorar…

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Meditatio (I)

Meditatio es el nombre que le di a mi primera encuadernación de cartera en piel. Por ser la primogénita, tendré siempre debilidad por este diseño y por lo que simboliza. Si consultamos el significado de ese término latino, “meditatio” significa no sólo lo más obvio: meditación, reflexión, consideración. Por ello, ya era un buen nombre para un diario personal en el cual pararse a pensar, a meditar en un momento del día y dejar por escrito los recuerdos y pensamientos más íntimos.

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