De caprichos, disparates y miedo

Mi objetivo en esta semana era escribir acerca de otra artista maravillosa, Mary Cassat, pero me temo que habrá de esperar: en su camino se ha cruzado un inmortal, Goya. Goya es uno de esos creadores a los que cualquiera con escaso interés por la historia del arte nombraría ante la pregunta de: “dime tres pintores que conozcas”. Si después se le preguntara por una obra suya, probablemente mencionaría la Maja desnuda o Los Fusilamientos. Si se incidiese más allá y se le preguntase el por qué de su importancia, puede que no supiera responder. Es importante porque era importante. Los porqués, ahí está el problema casi siempre.

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La mujer primitiva

Conocí a Séraphine el día que vi la película que recrea su vida. Y fue un flechazo, en todos los sentidos. Supongo que también contribuyó la calidad de la propia película, sus hermosos planos, Yolande Moreau en un papel tan difícil, su espectacular banda sonora… Todo ello enriquece la vida de un personaje complejo y a la vez sencillo. Porque supongo que Séraphine era, ante todo, un alma sencilla que no le pedía demasiado a la vida.

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La mujer indómita

Artemisia nos fascina de forma inevitable cuando nos enfrentamos a su obra. Como gran creadora es de una fuerza arrolladora y cercana. Es todo un estallido sensorial que nos acerca a lo sublime. Es una mujer de carne y hueso la que nos mira desde cada uno de sus autorretratos alegóricos. La sentimos inteligente, indómita, apasionada, incansable. No sé si es por la intensidad de su mirada, de sus brazos poderosos, de sus manos inagotables, de su impudor en los desnudos femeninos. De todas las mujeres creadoras que no debieron nunca separarse como género, Artemisia es emblemática. Es una artista de una calidad tal, que una sufre al saber que estuvo tanto tiempo olvidada.

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Las olvidadas

Las olvidadas es el título de un ensayo escrito por Ángeles Caso en donde se refiere a la vida de varias mujeres creadoras. Lo leí hace años, un tiempo después de acabar la carrera de Historia del Arte. No sé dónde vi -creo que fue en un comentario de una noticia de una exposición- que afortunadamente ya no podía hablarse de “olvido” en lo referente a las mujeres artistas. Siento disentir. Cuando una exposición sobre Artemisia Gentileschi o sobre Berthe Morisot no supongan una novedad arrastrada sobre el género de estas dos genios de la Historia del arte, entonces dejaremos de hablar de olvido.

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