La primera piedra y la urna del tiempo (II): alisado, alisado, alisado…

Yo no sé si os sucederá a vosotros, pero a mí la conjunción de gripe, dolor de cabeza y sueño me suele derivar en un ataque de nostalgia. Eso de acordarme de cosas pasadas. Así que, Paracemol e infusión calentita mediante (con miel de Outurelos por supuesto), voy a pasar a continuar el post anterior y recordar cómo fue el proceso de restauración del contenido de la urna. Lo primero que sentí fue el ligero cosquilleo del miedo erizándome los pelillos de la nuca. Porque iba a tener comigo nada menos que tres ejemplares de prensa tamaño sábana. Abiertos, medían aproximadamente 89 x 61 cm…

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El arte de la persuasión y los milagros.

Uno de los encargos que tengo actualmente es una serie de periódicos de 1935. Es de estas restauraciones en las cuales, mientras realizas un injerto (es decir: colocas una pieza de papel nueva en el lugar donde había un vacío), o reaprestas el papel (es decir, lo dotas de mayor consistencia para su manipulación a través de un nuevo encolado en húmedo, todo ello con materiales de restauración), no puedes evitar girar la vista y ponerte a leer la actualidad del “día” en esa fecha.

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