ObeO cubierta completamente en papel al engrudo, con poema de Marisol Mencía

Los papeles al engrudo (paste papers, papier à la colle…) como técnica decorativa en encuadernación me parecieron fascinantes cuando los conocí. Durante mis estudios sólo los abordé de una manera teórica, estudiando los estilos de la encuadernación, pero luego, a poco que se indague en los libros, aparecen unas mínimas instrucciones para elaborarlos.

Por ejemplo, en el magnífico compendio de: “La encuadernación, técnica y proceso”, de Annie Persuy y Sün Evrard, o ya en monografía exclusiva, Christine Trautwein en “Le papier à la colle”. También Josep Cambras en “Encuadernación, técnicas decorativas”, lo menciona brevemente. Pero sin duda quien más ilustrativa y completamente nos ha aportado la técnica es el español Carlos Rey en su magnífica web “Aquí se encuaderna“. No sólo nos da la receta del engrudo y la mejor manera de aplicarlo, sino que nos ilustra con unos completos vídeos del proceso. Impresionante.

Ahí es cuando consigues verlo como un juego: un divertido juego que proporciona unos resultados interesantísimos e ilimitados para la decoración del papel. Creo que, en este caso, comenzar siguiendo las instrucciones de Carlos o de Christine es importante para adquirir seguridad y “mano”, pero creo también que quien realmente se sienta cómodo debe encontrar su propio camino, como en cualquier otra técnica artística. Incluso su propia mezcla del engrudo. En la Historia del arte, especialmente en las técnicas más abstractas e informalistas, podemos encontrar toda una inspiración…

Yo, por ejemplo, prefiero un engrudo más espeso, porque me gusta el efecto de relieve que deja. Al principio comencé utilizando la mezcla base de engrudo partiendo de harina de trigo y agua, disolviendo en proporción de uno de harina por tres de agua y añadiendo algo más de ésta hasta lograr un espesor similar a la nata batida, o el merengue; luego probé con harina de arroz, que ciertamente da unos tonos más brillantes, y luego con almidón de arroz purificado. Realmente, una vez que se prueba con el almidón cuesta volver a las harinas comerciales con las que se empieza, porque los resultados saltan a la vista. Pero siempre podemos hacer una mezcla de ambos.

El año pasado llevé esta técnica a mis clases de encuadernación. Escribí a Carlos Rey agradeciéndole sus aportaciones, y transmití su forma de trabajar para la clase: sin duda daba los resultados más espectaculares, muy por encima de los ejemplos de Christine Trautwein. Por falta de tiempo, lo combiné con una sesión de papel marmoleado… y ganó éste. Los papeles marmoleados parecen “mágicos”, mientras que al engrudo se asemejan a un juego infantil en el que mis alumnos no se encontraron cómodos. Los papeles marmoleados son “serios”, al engrudo no. Qué gran error…

En primer lugar, porque estamos hablando de una técnica decorativa con una tradición que se remonta (que sepamos) al siglo XVI, en Europa, y se dice que los franceses y alemanes fuern los primeros en utilizarla. Teniendo en cuenta que el engrudo se utiliza como adhesivo en encuadernación, no es de extrañar que el descubrimiento de sus posibilidades decorativas mezclándolo con color partiera de los propios encuadernadores y de un modo casi casual.

Lo que lo hace interesante es que al aplicarlo sobre un papel (mejor de cierto gramaje y calidad, mínimo 100 gr.), el tiempo de secado te permite un espacio para la manipulación y poder crear formas, dibujar, manipular y distribuir el color a placer…, y luego, como estamos hablando de un adhesivo, que el papel lo absorbe (dependiendo del espesor del engrudo) y queda fijado.

Como ya comenté que me gusta trabajar el relieve que proporciona un engrudo más espeso, debo protegerlo si quiero utilizarlo como recubrimiento, y le aporto varias manos de barniz acrílico. Y, bueno: aquí está el problema. Encontrar uno que realmente me gustase. Al principio utilizaba uno llamado “Sello”, pero desconozco si ya se ha dejado de fabricar, porque me ha sido imposible hallarlo. Así que después de mucho buscar (y buscar un barniz acrílico entre tantos vinílicos que realemente funcione en papel no es tan sencillo), encontré la marca Titán Acualux  lo suficientemente flexible como para adaptarse a las formas del papel sin craquelar. ¡Al fin!

Hasta aquí, la parte técnica. Luego, ya viene el lenguaje propio. En este sentido, utilizar la caligrafía como medio decorativo no es para nada original (hay muchos ejemplos y por supuesto mucho mejores que los míos, en profesionales con conocimientos elevados de caligrafía. De hecho, es quizá la tendencia natural: cuando vamos a la playa lo primero que dibujamos con un palito es nuestro nombre, ¿verdad? 😉

Álbum con fotografía en portada y contraportada y nombre caligrafiado en papel al engrudo

Pero sí es cierto que, cuando conocí los preciosos poemas de Marisol Mencía, me puse en contacto con ella para realizar una tirada de sus poemas en papeles al engrudo.

Es una primera prueba, que me ha llevado a realizar algunos encargos en
donde el nombre de la persona al que va dedicado el álbum es el protagonista… de los cuales el más especial y emotivo ha sido el que homenajeaba a un querido e importante hombre, tanto para su familia como para la historia de su amada Zalla.

O bien un poema especial para regalárselo a alguien. El caso más original y bello, sin duda, este en alemán antiguo encargado por Violeta:

...Lo más divertido era "oírme" hacer este papel, pronunciando en voz alta estas palabras sin entender ni "papa" de alemán antiguo...

Y, claro, siempre el poema repetido dentro: comenzó porque a mí me gusta que las letras aparezcan “partidas” dentro de las cejas del libro, a modo de decoración inacabada que  se puede leer completa en la primera página, pero en general las personas que me encargan algo suelen gustar de que el poema aparezca completo.

De ahí que haya terminado por realizar una cubierta completa con papel al engrudo. El efecto sobre el lomo es realmente bello, pero eso me lleva a tener que reforzar mucho la zona de los cajos con barniz. Hasta ahora no he visto ningún craquelado durante su uso. Lo veo fuerte para su manipulación segura, con la excepción de que el libro caiga o se golpee.

Y, luego, la ventaja de la encuadernación a la Bradel, en donde el libro abre perfecto proporcionando una escritura  absolutamente cómoda, así como el bello efecto de los cajos marcados. Todo ello es inseparable de esta serie, ObeO, ya sea en Memorialis o en diarios en blanco.

Quizá, lo que más me agrada del dibujo sobre el engrudo es pasar la mano sobre él y comprobar el relieve de las letras, que pueden recorrerse con los dedos, y el tacto rugoso que dejan los trazos de la brocha. Me gusta mucho experimentar con varios tonos de color similares, mezclarlos sutilmente entre sí a golpe de paletina.

Y lo que más me gusta es que estoy sólo al principio del camino…

Todavía me queda “ir al encuentro de” más formas que tengo en mente. Para que pueda “recorrerlas con los ojos” y con las manos.

Oculis Obeo…

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