
Meditatio es el nombre que le di a mi primera encuadernación de cartera en piel.
Por ser la primogénita, tendré siempre debilidad por este diseño y por lo que simboliza. Si consultamos el significado de ese término latino, “meditatio” significa no sólo lo más obvio: meditación, reflexión, consideración. Por ello, ya era un buen nombre para un diario personal en el cual pararse a pensar, a meditar en un momento del día y dejar por escrito los recuerdos y pensamientos más íntimos.
Pero no sólo es ese el significado de “meditatio”. También puede significar “preparación”: prepararse para algo, para desempeñar una misión…
¿Alguna vez han sentido, en su trabajo, que no querían que el día terminase, que se fuese la luz tan clara que permitía ver bien cada detalle de lo que estaban haciendo? ¿Alguna vez desearon que el día recomenzase en ese momento para poder seguir trabajando?
Quizá sí, durante alguna actividad de tiempo libre. Pero yo soy tan afortunada que lo he sentido trabajando. Trabajando porque ese es mi oficio, para eso me preparé, y a ello me estoy dedicando actualmente.
Esa pasión, esa dedicación de horas, se encuentran en el resultado de mi trabajo. Espero poder mostrarla también a través de este blog.
Me gustaría poder dotar a quien quiera recibirla de esa necesaria “meditatio” transmitida a través de su piel, de sus nervios, de su papel verjurado, de cada línea de cosido.
Otro día hablaré acerca de sus orígenes y más detenidamente de su proceso creativo. Quedémonos hoy con su significado más profundo.
Uffff…
Raquel Alonso Ludeña: ¡esta vez usted si que me paró los pelos de la nuca!
¡Ya! me diste el momento mágico del día.
Todos los días le traen a uno un momento mágico. Hay que estar alertas para detectar ese momento. Puede ser una sonrisa, una canción, algo inusualmente bello que te conmovió de una manera positiva y te recargó, te energizó en solo un instante.
Bueno, mi momento mágico de hoy llegó con esta publicación de tu meditatio.
Y es que esta reflexión tuya del “Meditatio” me tocó varias fibras por varias razones. La primera, mi primera encuadernación a nivel comercial, la que cambió el curso de mi vida por otro derrotero – inimagináble tan solo un día antes de que ocurriera – y me metió de lleno en todo este embrollo, fue un codex muy parecido a tu Meditatio.
Y digo embrollo porque me obligó a prepararme para asumir la aventura de adentrarme en lo desconocido. A mis 46, imaginate que arriezgado. Asumir la misión de hacer lo que realmente me gusta, la misión de vivir una vida auténtica, no para otros, sino para mi mismo. Y de un día para otro fue amor a primera vista. Tan sólo ayer entregué los dos últimos trabajos que hize como diseñador para ya no más volver a meterme dentro de ese mundo, a menos que sea para mis productos.
Al igual que vos, he experimentado el mismo deseo de no querer que el día terminase, y muchas veces, ante la luz del atardecer trato de capturar con mi cámara la magia de esos últimos rayos de sol iluminando los libros en mi taller, annorando lo imposible y que la luz durase solo unas cuantas horas más, en las cuales seguir adelante, divertido y felíz, haciendo algo que amo, y sintiéndome el más dichoso de los hombres al saber que millones detestan lo que hacen y que yo más bien añoro un día de 48 horas tras otro.
Y eso que encontré en mi primer codex, ese sentimiento, o sensación, la he seguido buscando en cada uno de los libros que encuaderno o restauro. Y la encuentro, a veces similar a la primera vez, otras veces plena de sensaciones totalmente nuevas, pero todas igualmente satisfactorias.
Gracias por compartir tu “meditatio” porque descubro así que en este terreno en el que me adentro cada vez más, encuentro gente como vos que tiene las mismas vivencias, y creéme que encontrar personas que viven una vida tan plena amando lo que hacen es fascinate.
¡Gracias!
Muchísimas gracias a ti, Luis, por escribir estos maravillosos comentarios. A mí también me gusta leer de compañeros que comparten esta pasión, y sobre todo disfrutar con tus imágenes, que me transmiten momentos tan mágicos y los detalles de tus bellísimas obras.
Con la restauración, si bien desempeño este oficio apasionadamente, esa pasión debe ser congelada para aplicar un método escrupuloso que permita dotar al documento de su apariencia original sin “falsearlo”. Pero, en cambio, con la encuadernación artesanal, cualquier error humano rara vez supone un momento de frustración o de tensión, sino las más de las veces una oportunidad para recomenzar e incluso! una oportunidad para descubrir un nuevo tipo de cierre o de decoración, como me pasó con mi último encargo, que hasta el momento no se me había ocurrido…
Un trabajo en donde los “errores” son en realidad oportunidades para nuevos horizontes creativos, ¿no es eso un regalo? Por eso cuando he de despedir la luz, ahí sí, me gustaría que el día recomenzase de nuevo, como en esa película de Los Piratas del Caribe en donde el barco se gira al atardecer, amaneciendo de nuevo 😉
Por ese regalo merece la pena recomenzar, y es magnífico que tu Códex te inspirase para hacerlo, para que así podamos seguir disfrutando de tus creaciones.