Cuando nos enfrentamos a algún conflicto en nuestra vida, muchas veces nos quedamos paralizados, sin saber cómo reaccionar. Pero, afortunadamente, otras muchas veces utilizamos un “método científico”, racional, que nos permite analizar de forma fría la situación, intentando no caer en un caos emocional. Otras, son precisamente las emociones las que nos dan la clave, la llave maestra, para decidirnos por una u otra decisión final.
Bueno, pues cuando llega una obra al taller, se inicia un frío protocolo que implica, en primer lugar, un análisis visual. Lógico, ¿verdad?
Llega la obra, la observamos del derecho, del revés, descubrimos impunemente todo aquello que se ha esforzado en ocultar, revelamos todo aquello que el tiempo se ha encargado de labrar, y luego lo ponemos en un informe preliminar que, desvergonzadamente, revelará aquello que estaba oculto.
Como si de una actriz con miedo a envejecer se tratase, todo queda revelado… y tasado. Si lo miramos con sentido del humor, el informe preliminar está a medio camino entre la labor de un paparazzi y los metódicos reportajes de la revista “Hola”. Lo bueno, es que el tratamiento también se detalla, y la obra se tranquiliza porque, tras las metódicas operaciones posteriores, vivirá cercana a su lozanía de juventud muchos años más.
Si nos pudieran hablar, ¿qué nos dirían? Seguramente, “No more photos, please!!!!”. Porque, salvo que lleves 20 años trabajando en este campo y hayas perdido parte de tu ilusión inicial (si eso es posible), lo más normal es que la primera tarea que se encomienda y que es realizar las fotos del estado inicial de la obra se convierta en todo un festival de poses y reiterados “macros” que desvelan todo aquello que a simple vista está oculto.
Muchas de las fotografías nos “cotillean” cómo se realizó ese papel. Si es un papel artesanal, nos desvelará su verjura, su filigrana, la rebabas… Puede que nos muestre sellos en seco y en relieve, sellos de tampón. Puede que también nos desvele alguna brizna oculta entre las fibras del papel, porque la limpieza no es una virtud cuando se exigen muchas resmas que den salida a la gran demanda del momento. Puede que un artesano tropezase y se apoyase en la pulpa, y después, mirando disimuladamente a su maestro, volcase la hoja junto a las otras en vez de recomenzar el proceso. Total… ¿quién iba a saber que esas huellas eran suyas? Quizá el escribiente se acuerde de él cuando su pluma tropiece con ese exceso de pulpa, pero después de páginas y páginas de apuntes… bah, ese sería el menor de sus problemas. El calambre de sus dedos iría antes.
Personalmente, adoro las fotografías que me desvelan curiosidades sobre la fabricación del papel. En la página de Facebook estoy compartiendo fotos de los procesos de restauración. Hoy toca mostrar algunas fotos iniciales, y parte de ellas las he compartido hoy aquí, para aquellos que no uséis la red social.
Definitivamente, estas en “tu elemento”. No es que lo dudara anteriormente, lo que pasa es que cada vez que describes tu trabajo, es como si a aquellos que como yo, somos absolutos ignorantes del tema, admiremos y nos interesemos por esta labor. Enhorabuena, corazón!!
¡Muchas gracias, Sonia! Ese es el objetivo del blog: divulgar este trabajo. Intento hacer una mezcla de términos gremiales con una explicación sencilla para que todo el mundo lo entienda, esperando que de no ser del todo así surjan preguntas. Mi intención es dirigirme a “todo el mundo”, no a mi compañeros de profesión; de ser otra la pretensión la forma de hacer los post sería muy diferente. Me alegro que te guste y de nuevo gracias por dejar tu comentario. ¡Un beso fuerte!