
Tendría yo unos 15 años cuando leí “Primera Memoria” por primera vez. Supongo que íntimamente me identifiqué con aquella protagonista solitaria, si bien las circunstancias de ambas eran -afortunadamente-, distintas.
Hoy, Ana María Matute ha recibido por fin el merecido reconocimiento del Premio Cervantes. Y no quería pasar sin dejar unas palabras de recuerdo hacia esa mágica mujer. Así que he escogido unas palabras del bello discurso que nos ofreció, para recordarla en este día.
“San Juan dijo: el que no ama, está muerto.
Y yo me atrevo a decir: el que no inventa, no vive.”.
Ana María Matute.
Hará unos tres meses que vi una entrevista que le hicieron a doña María en una televisora española.
Me sorprendió el carácter tan dulce de esa dama, su sencilla filosofía de la vida y un aire travieso cada vez que hablaba, que le hacía pensar a uno que se trataba de una niña disfrazada.
Pienso que han sido muy afortunados los que la han tenido cerca, por tantas cosas maravillosas de la actitud ante la vida que se podía aprender de una persona como ella.
Decían en la radio que sorprendía la actitud de familiar respeto que tuvo la familia real hacia ella. Esta dama, “la Matute”, como la llaman muchos, intentó mostrar cierto protocolo levantándose de su silla, pero fueron los reyes los que se acercaron a besarla. No es para menos. Todo lo que les ha regalado con su existencia requiere una reverencia hacia esta en verdad “niña disfrazada” que todavía conserva a su “Gorogó”, su muñeco infantil, para que interceda por ella en este mundo cambiante.